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Senderismo Tajos Río Cacín - Pantano Los Bermejales

Arenas del Rey, Granada
Senderismo Tajos Río Cacín - Pantano Los Bermejales
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Senderismo Tajos Río Cacín - Pantano Los Bermejales

Lugar:

Arenas del Rey, Granada

Fecha:

domingo, 23 de abril de 2017

Inscripciones:

Hasta el miércoles, 19 de abril de 2017

Especialidad:

Senderismo Aventura

Dificultad:

Nº Registro:

AT/GR/00159

Contacto:

607 341 437 / 670 715 494

Precio: 22

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Descripción

Los Cañones del río Cacín

Estrechas gargantas con tajos de 100 metros de caída forman el cauce por el que discurre el agua del embalse de los Bermejales El mundo puede desplomarse sobre tu cabeza. Es la sensación que invade a todo aquel que se interna en lo más profundo del cauce del río Cacín, más allá del aliviadero del pantano de los Bermejales.

El poder del agua y el tiempo han generado un enorme y escondido cañón con estrechas gargantas, pasadizos de areniscas y tajos de formas imposibles poblados de rapaces, cuervos y grajillas. Un extremo ecosistema de ribera que ha permanecido oculto durante siglos y que puede ser contemplado por quienes se atrevan a vivir una inmersión en el neolítico a través de puentes colgantes, escalas sobre paredes, cuerdas de apoyo y estrechos senderos bajo millones de toneladas de piedra.

Un recorrido por los tajos de los Bermejales, también llamados cañones del río Cacín, es conocer el hábitat de los humanos del neolítico, donde las paredes formaban sus refugios y el río su fuente de vida... ...

Es en la comarca de Alhama, en Arenas del Rey, en los dominios del pantano de los Bermejales, el lugar donde se inicia un espacio natural que está dentro del Parque Natural de las sierras de Almijara, Alhama y Tejeda. Puede considerarse como uno de los más singulares del sur de la península Ibérica. Hay dos formas de adentrarse en los cañones del río Cacín, aguas abajo desde la presa del embalse, o al contrario, desde el final de los tajos, aguas arriba.

Los dos accesos permiten llegar a lo más profundo de las gargantas, pero la mayor dificultad del primero de los accesos, aguas abajo, y el hecho de tener que utilizar escalas y cuerdas ancladas a las paredes sin garantía alguna de seguridad, no lo hacen recomendable para todos los públicos, por lo que es más razonable, y de acceso rápido y directo, hacer el segundo de los recorridos, acceder por la parte baja de los cañones, es decir, aguas arriba, un camino más asequible, con cierta dificultad, pero que lleva a lo más recóndito de este ecosistema.

En los dos casos, el camino, por la falta de cuidados y la desaparición de algunas de las cuerdas ancladas en las paredes, se corta a la mitad de su recorrido y quienes no lleven su propio equipo tendrán que darse la vuelta, pero habrán realizado una verdadera inmersión en un espacio digno de conocerse.

Aguas arriba

El recorrido más rápido y accesible al río tiene su punto de partida en lo que las gentes del Temple conocen como puente romano, aunque data de los años cuarenta. Está en la carretera que desde la presa discurre en dirección a Alhama de Granada. Tras un kilómetro y medio, un cruce lleva hacia la localidad de Cacín por una carretera estrecha que discurre sobre la parte alta de los tajos hasta llegar al puente. Tras atravesarlo, un carril llanea hasta una primera vereda, señalizada con un pequeño poste de madera, que baja directamente al cauce.

Una enorme maraña de zarzas, álamos, marrubios (flor de rubí), emborrachacabras (Dorycnium rectum), higueras, rosales silvestres y sauces, bordean un estrecho sendero que, de inmediato, desemboca en el cauce. La luz ha caído bajo las sombra de los primeros tajos. Hay que andar aguas arriba.

El sonido del agua se hace omnipresente, hasta la primera sorpresa: un puente de hierro y madera que permite cambiar de ribera y salvar el primer gran tajo que cae recto sobre el agua. Serán casi dos kilómetros entre vegetación y formaciones geológicas que se sitúan a ambos lados del cauce. Un recorrido que posee dos puentes colgantes de cinco y diez metros de longitud respectivamente, formados con troncos atados entre sí y anclados a las paredes mediante finos cables de acero. Hay que pasarlos despacio para evitar el balanceo, pero suponen toda una experiencia y aportan una gran sensación de aventura. Los puentes dan paso a un camino que discurre bajo formaciones de piedra que caen en extraplomo (formando repisas, como las marquesinas en un edificio).

La gran inmensidad de millones de toneladas de tierra y piedra están sobre las cabezas de quienes pasan por ese camino, que continúa bordeando el cauce hasta llegar a un punto en el que el sendero, ya destrozado por los movimientos de tierras, impide el paso y es necesario el uso de cuerdas, que fueron colocadas cuando se inauguró el sendero, en el verano de 2011, y que ya no existen. Quienes tengan la capacidad física suficiente y lleven material para poder salvar un paso en pendiente que impide andar de forma normalizada, podrán continuar, quienes no, tendrán que volver sobre sus pasos, pero hasta aquí han recorrido la parte más interesante y auténtica de una zona olvidada y aún salvaje.

Paredes

Los tajos son formaciones geológicas cuaternarias, excavados por el agua del río a lo largo de millones de años. Las grandes paredes, en vertical, son el paisaje que acompaña a quienes se internan en este espacio. Son de areniscas, arcillas y sobre todo conglomerados geológicos blandos, por lo que la erosión actúa sobre ellos con una gran rapidez. Las paredes que se observan sobre las cabezas de quienes se aventuran en este recorrido son el hábitat de numerosas especies de aves, sobre todo rapaces (cernícalos, azores y nocturnas como búhos reales), y sobre todo, colonias de grajillas, palomas bravías, roqueros, collalbas, abejarucos en las zonas bajas y próximas al río.

Las paredes están llenas de agujeros y oquedades donde las grajillas se refugian, los abejarucos hacen sus nidos y golondrinas y aviones roqueros, ocupan las repisas. En las paredes, a una altura de aproximadamente diez metros, se encuentran vestigios de los pobladores del neolítico, hace 5.000 años.

Restos de construcciones prehistóricas que utilizaban parte de las paredes para construir sus refugios, a una altura que hoy en día se puede pensar que era imposible vivir, ya que no hay acceso posible desde el cauce al refugio, pero que en su momento no estaba tan alto con respecto al agua, y poseían sistemas de acceso, con oquedades en forma de escalera, escalas y anclajes.

Estar a una cierta altura ofrecía seguridad frente a enemigos y depredadores. Aún se pueden ver parte de los muros que construían para tapar las oquedades de las paredes y formar su refugio. En el Museo Arqueológico Nacional se encuentra una pieza hallada en el lecho del río, conocida como la Olla de Cacín.

Es un recipiente de arcilla elaborado por el hombre del neolítico y considerada como la pieza de cerámica cardial más meridional de Europa .

CARTEL DE LA RUTA:

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